PENDIENTES SWAROVSKI CON RITMOS DE MAMBO

(Recomiendo escuchar la música del video mientras se lee el post)

A ritmo de mambo intentan mover sus pies.

La música inunda la sala:
“… y un, dos, tres, cuatro… giro y vuelta”-
la voz de la monitora se deja oir entre sones de trompetas y maracas
y el grupo, disipada la tensión de los nervios
del primer momento,
empieza a moverse al unísono.

Ella está feliz.
Contornea sus caderas y se deja llevar.
Sus pies parecen tener alas y ella se siente volar.
Se llena de música, se funde con ella
y así toda empapada de ritmos latinos,
vibra y siente una explosión de adrenalina,
y se manifiesta al exterior,
en onda expansiva,
en movimiento rítmico
y en chispas de luminosidad en los ojos…
pura felicidad del momento presente,
la que importa… que se irá…
pero que allá está ahora.
Nacida para bailar.

En los instantes en que regresa a la sala,
en un breve aterrizar, puede verle.
El espejo que recubre la pared de la sala,
le devuelve el reflejo de él.

También mueve los pies,
y aunque estos ritmos no
le dicen gran cosa,
intenta que los ritmos fluyan,
también en él.
Una leve sonrisa atraviesa su rostro.
Su gesto parece decir:
-“¡lo que tengo que hacer por esta mujer!”
Cuántas veces le ha recordado
la canción de Jorge Drexler:

-“¡Pero si los músicos no bailan, mujer!”

Nacido para tocar.

Ella recuerda y sonríe: -“¡Vaya si sabe bailar!”
……………………………………………….
-¿Sabes que la clase se me hizo corta?-comenta él.
-Sí, a mí también- contesta ella, un tanto sorprendida, pues ¿será que le está encontrando el gusto a esto del meneo musical? -se pregunta.
-¿Cenamos fuera?-sugiere él.
-Bien, si te apetece- acepta ella.
……………………………………………….
…carpaccio de ternera con finas láminas de queso, rovellones frescos del Pirineo, ensalada catalana… bañado con un vino de Penedés…
Las copas en sus manos, pequeños sorbos…; comida y vino… un ligero estado de embriaguez…

-Te traje algo; es un detalle- dice de pronto él y deposita en la mesa un pequeño paquete.
Ella lo desenvuelve
-Lo compré en la Feria de artesanía de Sant Galderic en Rubí. Vi una morena de grandes ojos de color incierto, me recordaba a ti. Los vendía en su pequeña parada "Cha Cha Cha de los cristales" se llamaba, y pensé que tal vez te gustasen- le aclara él.

Ella se los coloca; el azul topacio le sienta bien.
El vino le nubla un poco la mente
el mambo resuena todavía en su interior,
y ella, sonrisa radiante en sus labios,
se dice para sus adentros:
-¡de cuántas maneras se hace este hombre querer!

... pinceladas de ficción.... pinceladas de realidad....