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23 mar 2007

Cerdito de abalorios

El cerdo es un animal que tiene simbología positiva y negativa.
Animal sagrado para los celtas, griegos y romanos, su cola en espiral evoca la fertilidad.
En la Biblia se le considera poco agraciado.
Los musulmanes prohíben su consumo.
En la India encontrarse uno es de mal augurio.



Por otro lado, para los chinos tiene connotaciones positivas, aleja los malos espíritus.
En Europa también se le asocia con la suerte.
En Francia desde el s. XVII se fabrican huchas en forma de cerdito porque se asocia la fecundidad de la hembra al aumento de las fortunas.
Los marines americanos se lo tatuaban en el pie para evitar ahogarse.
En París del s. XIX se puso de moda como amuleto.

La verdad es que de este animal todo se utiliza, desde sus pezuñas hasta la cola; hasta sus pelos que sirvieron como pinceles o para la fabricación de velas, su sebo.



Recuerdo de pequeña el día de la matanza en el pueblo. Era toda una aventura la que se vivía durante toda la jornada . Los sentimientos de niño encontrados ante el sufrimiento del animal, la sangre a borbotones, el chillar desesperado e inútil…y por otro lado el aire festivo, los preparativos, que toda la familia movilizada llevaba a cabo entre ollas, perolas y fuegos, entre mil aromas de especias que se desprendían de las cocinas,



Aquella especie de magia de ver cómo con las tripas bien limpias y la carne triturada aparecían metros de longanizas, chorizos y morcillas, cómo se preparaban las tinajas con adobo con el costillar y los solomillos; cómo se curaban los jamones bien salados y apretujados, cómo se llenaba la vejiga con la manteca para su próximo consumo…

Era un día de trabajo en el que se llenaban las despensas para todo el año, y también un día de agrupamiento familiar dónde el trabajo en equipo y la algarabía consiguieron hacerse un rinconcito en mi memoria dentro de los recuerdos entrañables de mi niñez.




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