En la época victoriana (años 1850-1900) en Gran Bretaña, los niños debían asistir frecuentemente a entierros familiares y en ellos recibían regalos poco comunes.
Como norma se regalaba a los asistentes una joya pequeña y negra de carbón (azabache) y estaba clasificada dentro de la "bisutería de luto".
En este broche, el corazón simboliza el alma del ser desaparecido.
Había diferentes variedades en esta tétrica práctica tales como collares con una calavera y dos huesos en cruz tal como la conocemos como símbolo de materiales tóxicos.
También se solían regalar anillos con dibujos de esqueletos.
Como eran símbolos de luto, se pretendía que se llevasen puestos durante varios meses.
Pero como todo esto lo escribo a modo de anécdota y yo no pretendo crear ningún complemento funerario, os dejo dos modelos más de mis creaciones.
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